La noche había caído, y la familia estaba unida, aunque no
completa.
En la puerta del restaurant Pepe, Elena, Brenda, Lucas,
Emilio y Cris esperaban que se desocupara una mesa para cenar. La comida prometida
por Cris se estaba llevando a cabo.
-Hoy no pude comunicarme con Victoria en todo el día – dijo Brenda
preocupada.
-Yo me encontré con Marcos, me pidió que le llevara los
nenes a Isabel que se iban a quedar a dormir ahí, pero antes querían verme.
-Seguro que querrán tener una noche a solas con Marcos –
dijo Emilio metiéndose con picardía.
-¡Qué raro, Emilio metido, y en sima chancho! – Contestó
Cris.
El mozo los llamó ya
que una mesa se había desocupado para ellos. Caminaron por el restaurant como
la familia que eran y cenaron alegremente toda la noche.
-¡A comeeeeer!
El grito de Isabel se escuchó por toda la casa, hoy tenía más
de dos invitados a cenar. A la mesa se sentaron Somoza en la cabecera; Isabel a
su derecha, Florencia su izquierda, Benjamín a la derecha de su madre y Zoe y
Gonzalo a la izquierda de su abuela. Pablo no estaba, su madre lo quería ver
con urgencia y, después de disculparse con la familia de su novia, partió hacía
la casa de su madre.
*En la casa de la madre de Pablo*
-Hijo, al fin llegaste – dijo al verlo entrar en el living.
-Mamá, estaba cenando en la casa de Florencia, ¿me podes
explicar qué es eso tan urgente que me requiere acá?
-Cuantas veces te voy a decir que esa chica Florencia no me
gusta para vos hijo, no te das cuenta que mereces algo mejor
-Cuantas veces te voy a decir mamá – dijo en un tono burlón –
que la amo, y que me paso por los pies lo que vos quieras para mí y lo que vos
crees que yo merezco.
-Lindo modo de hablarle a una madre eh, parece que yo no te
eduqué.
-Sigo esperando mamá.
-Tu prima Constanza llega mañana de Austria, y quiero que le
muestres la ciudad como es debido.
-¿Constanza?
-La hija del tío Raúl, hermano de tu padre.
-¿Vos me estás jodiendo no? ¿Comprendes que a esa chica yo
no la conozco? No la voy a pasear por Buenos Aires como si tuviésemos algo en
común, como si toda mi maravillosa infancia la hubiese compartido con ella. No
mamá olvídate.
-Olvidate vos te tus ideas absurdas, mañana a las 10 de la
mañana te quiero en Ezeiza, buscando a tu prima.
-Claro, porque vos me vas a andar controlando la vida.
¡TENGO COSAS QUE HACER! No me importan ni vos, ni mi “prima” – dijo haciendo las
comillas con los dedos – ni nada que tenga que ver con tus delirios de rica
cogotuda, me voy a la mierda.
-¡PABLO SEGUNDO MONCE! NO ME HABLES ASÍ.
-Chau mamá – dijo yéndose tras un portazo.
*En la casa de Isabel*
-Hay abu, no puedo creer lo riquísimas que están estas
milanesas. – dijo Benjamín saboreándose.
-Me alegro que te gusten pa’, ¿y a ustedes? – dijo mirando a
Zoe y Gonzalo al lado suyo.
-¡Increíbles! – respondió Zoe con una sonrisa.
-Tus milanesas son las mejores Abu, las amo – dijo Gonzalo.
-Me alegro hermosos.
*En un edificio por las afueras de Buenos Aires*
Una comunicación telefónica era lo único que se escuchaba en
esa horrible habitación. Cuatro paredes, sin ventanas y a oscuras. Un frío
sepulcral reinaba.
-¿Ya tenes lo que te mandé a buscar?... ¡¿Más tiempo?! Vos
sos loco, hace más de dos meses que estás ahí adentro y no podes conseguir lo más
mínimo… Mira, la guita está, yo la tengo, pero necesito esas recetas… No me
importa qué es lo que tengas que hacer, yo las necesito para fin de mes… Sí,
como no voy a saber que tenes menos de una semana ¡ASÍ QUE APURATE!
La comunicación se cortó después de ese grito. Él salió por
la única puerta que comunicaba a esa habitación por el exterior, y caminó hasta
la calle, dónde se subió a su auto y manejó lejos de aquel lugar.
-Mi amor – dijo Marcos dándole besos por toda la cara a
Victoria – levántate princesa.
-Hola hermoso – respondió ella medio adormecida todavía.
-¿Cómo te sentís?
-Espléndida
-Me alegro mucho – respondió con una sonrisa mientras la
agarraba por la cintura – tengo muy buenas noticias para darte.
-Ah ¿sí? ¿Cuáles?
-Los nenes no están – dijo con un leve susurro en su oreja.
Este último movimiento de Marcos, hábil y sutil, hizo estremecer
a Victoria.
-¿Tenes hambre? – preguntó ella con sensualidad.
-De vos mi amor.
“En mi cielo al
crepúsculo eres como una nube,
y tu color y tu forma
son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía,
mujer de labios dulces,
y viven en tu vida
mis infinitos sueños.”
Poema XVI
Pablo Neruda.
Hola hermosa!! Esta re buena la nove no dejes de escribirr :D
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